Literaria
     En  este   mes  ya  mermaban  bastante  los
trabajos, los días iban decayendo, el  invierno
estaba  a  la  puerta;  por  lo  mismo  si  no  se
había   terminado   de   traer   la  leña  en  los
meses anteriores, era lo más principal traerla.
Algunos años ya se empezaba  a ver  la  nieve
por  las  montañas,  se   abonaban  los  prados
que se  habían  pastado,  ya se iba empezando
a  prepararlos  para  el próximo año.  La vida
había cambiado,  pues estos  trabajos no eran
como en  la recolección,  si  no  se  hacían en
un  día  se  hacían  en otro.  Se  empezaban  a
arrancar    las    patatas   tempranas,  pero  la
recolección  de  las  patatas   había  años  que
llegaba  hasta  muy  ceca de las navidades. Se
ayudaban  unos  a  otros,  juntándose muchas
veces  grandes cuadrillas;  al  querer  ponerse
el  Sol  ya empezaban a cantar  los carros que
se traían con tres o cuatro yuntas de vacas de
la tierras que hoy no tienen más que  retamas.

     También   en   este   mes   se   recogían  las
castañas,    que   aquí    en    Lamalonga   hay
poquísimas   pues   se  dan  muy  poco  por  la
altura,  pero la mayoría  tenía  su  parcela  de
castaños en  los  pueblos  ribereños  donde  se
dan muy bien.  Iba una persona a cogerlas, al
terminar se iba con los carros a traerlas.  Hoy
si se quieren castañas hay que comprarlas.

     En  este  mes,  por  las noches,  las mujeres
se juntaban para espadar el lino, se ayudaban
unas a otras  y  desde  el  oscurecer  hasta  las
doce o la una, se preparaba una buena cena y
a   dormir.  A  este  mes  se  le   llama  mes  de
santos,  por   lo  cual  había   un  refrán   muy
vulgar que decía:

     Mes de santos mes de Dios
     Una gotiña e cuatro billos.

Billos  eran  las  castañas  y  la  gotiña  era  el
vino  que  se había elaborado en septiembre y
que   ya   empezaba   a    servir    para   beber.
También  era  el  mes  del rosario, que en  las
familias   cristianas    se    rezaba    todas   las
noches;  se  frecuentaban más  las  fiestas  do
Anxeliño de Curra .El  pueblo de  Lamalonga
iba  en  popa  o sea  en  masa,  ya  había   más
tiempo,    ya    quedaban    atrás    los     meses
agotadores    del    verano :   julio,   agosto    y
septiembre,  tres  meses,   los otros nueve eran
más  suaves y llevaderos.

     A mí me molesta un poco oír a  los jóvenes
de   ahora  que   aquí   no  se  puede  vivir,  yo
mismo  donde  más  contento  estuve   siempre
fue  aquí,  en  mi  bonito pueblo.  Muchos  me
contradicen   diciéndome   a   ver   porqué  ya
estando  tan  contento  en  el  pueblo  también
fui   emigrante;  si,  me   subí   al   tren   de  la
emigración masiva de los años sesenta, estuve
meses nada más en Bilbao,  siete u ocho  años
en  París y seis en  Madrid,  pero  en  todo ese
tiempo fue cuando más le  quise  al  pueblo  y
ahora con  mis  85 años  en  el  pueblo  quiero
morir. Yo le digo a los jóvenes que si  hubiera
un cambio y tuvieran que volver  al pueblo de
sus  padres y abuelos,  que no tengan pena  ni
miedo pues aquí se vive y se vive bien; aquí te
haces empresario y patrón,  si un día no  estás
bien  para  ir   al  trabajo,  no  vas  y  nada   te
descuentan,  tu  familia   lo  hace  por  ti  o  lo
haces   tu   al   día  siguiente  o  a   la  semana
siguiente.  Lo   mismo   que   trabajes   por  tu
cuenta que  trabajes  en  cooperativa,  ella  se
encarga de reemplazar tu puesto, mientras  tu
te   pones   bueno  nada  te  descontarán.  Por
esos mundos eres siempre un jornalero que  si
dejas  de   rabajar  no   te  pagan  y  si  alguna
cosa  te  sale  mal en el trabajo,  la bronca  no
se queda atrás. Mira deja la capital,  el ruido,
la  contaminación,  el  agua  mala  y  vente  a
estos  pueblo  de   alta  montaña,  cuanto  más
alta  mejor, más cerca  estará  del  cielo.  Esta
vida    es    un    sueño    y   contemplando    la
naturaleza de estos pueblos siempre se  alarga
un poco,  no puedo  seguir ni  decirte más,  se
me terminó el papel.

     Adiós octubre.
     
       
     
Faenas de Lamalonga 
en el mes de Octubre