Biografía

     Pasó    por     batallones     del    regimiento   de
infantería  América  y  el regimiento de infantería
San Marcial ambos adscritos a la primera brigada
y   luego  división  de  Navarra,  entre  otras  cosas
debido  al   elevadísimo  número  de   bajas  de  los
requetés,  por  lo  que  le  tocó  combatir  codo con
codo con los requetés del tercio Lacar  y del tercio
Montejurra,  tercios de requetés  que  formaban la
llamada    agrupación    de    boinas   rojas   de   la
división. De su contacto con los requetés navarros
-  llegó  a  estar  acuartelado   en  Estella,  antiguo
cuartel  general  de  los  carlistas  - ,  contaba  que
eran  extraordinariamente  cantarines.  Siendo  ya
muy    mayor    aun   se   acordaba   de   todas   las
canciones carlistas.

     Como  anécdotas  de  combate  de  los  requetés
contaba Pepe cosas  sencillamente  espeluznantes.
En los ataques encabezaba  la  acción  un  requeté
con un crucifijo de calamina  (Pepe creía que  era
de     plata)  ,  y     cuando     caía     el      portador
inmediatamente  otro  lo  recogía;  se  excusan los
comentarios acerca de lo que eso suponía  en  una
guerra con armas de  fuego.  Pepe  llegó  a  contar
en    una   ocasión    hasta   doce    portadores   del
crucifijo caídos sucesivamente.

     Lo de  Pepe  era  otra  cosa,  el  se  consideraba
modestamente  un  mandado  y  nada más. En una
ocasión,  un  oficial  de   O  Barco  de  Valdeorras,
enterado  de  su   procedencia  de   Lamalonga,  le
propuso  ser  asistente  aludiendo   a  las   ventajas
relativas  de  ese  carguito,  la  respuesta  de  Pepe
fue  más   bien   desconcertante:    ¿ Cómo   quiere
usted  que  le  limpie  los  cubiertos   y  le  haga  la
cama si yo mismo no lavo mis cubiertos ni me
hago mi cama?.

     De   las    provisiones    que   se   daban   a    los
soldados  recordaba  el  tabaco,  que  así como fue
mañoso  en   múltiples  actividades  a  lo  largo  de
su  vida,  fue  incapaz  de  liar  cigarrillos  a mano,
total  que  entre  eso  y  el  consejo  que  le dio una
vez  un  camarada,  decidió  finalmente  a  Pepe  a
no  fumar  durante  el  resto  de  sus  días. Llevaba
además    en    su    macuto    alguna    tableta    de
chocolate de una calidad menos que regular.

     Y   la   guerra    seguía,    Barcelona,    frontera
francesa    y    retorno    al    centro:  Ávila .   Pepe
recuerda    el    frío   brutal    en   invierno   en   la
estación   de   ferrocarril.   Luego   de   Ávila  a  la
provincia   de   Toledo   para   preparar   el   asalto
final  a  Madrid.   Rendido  Madrid,  desfile  de  la
Victoria  al  que  fue  Pepe  más  que  nada porque
así   se   lo   ordenaron   después   de   haber    sido
alojado  en  una  fábrica   abandonada  del  barrio
de Legazpi a manera de hotel improvisado.

     Acabada   la  guerra,  no acabó la mili de Pepe,
fue   destinado  a   la   Solana  en  plena   Mancha,
donde   había   campo   de  prisioneros  de  guerra;
la falta de  agua  la  suplían   lavándose  con  vino,
y  comían  lo  que  se  podía  en  aquellos  tiempos,
un     tubérculo     llamado    boniato    que     Pepe
desconocía hasta aquel momento.

     Ya   licenciado,  no  le  dejó  todavía  en  paz  la
autoridad militar, tuvo mala  suerte  y  le  tocó  ser
contemporáneo   de   la  segunda  guerra  mundial.
Nuevamente   movilizado,   Pepe   fue  destinado  a
Torremolinos, a  un  enorme  campamento  militar
que    tenía   incluso   un    tren   especial    que   lo
enlazaba   con   Málaga.   Tiempo   de  traslado  de
Lamalonga a Torremolinos: diez  días  por  la  Vía
de  la  Plata.  También  le  tocó  ser  testigo  en  un
consejo de guerra a  dos hermanos  que  se  habían
autolesionado en la  batalla  del  Ebro  para  no  ir
al  frente   y  que  finalmente  fueron  pasados  por
las armas.

Guerra Civil (2)