Biografía
Y con estas una tragedia se aproximaba a la vida de Pepe , la guerra civil 1936 - 1939. Lamalonga sin radio, ni periódicos, ni sindicatos, ni partidos políticos no se enteró por el momento de que había guerra civil. Pero la quinta es la quinta y en 1937 llegó la hora de Pepe y su quinto Odilo. El primer destino fue el cuartel de Santo Cilde en Astorga, hoy regimiento de artillería de cohetes. Contaba Pepe de los fríos rigurosos que se pasaban en invierno y que acabó con la vida de algunos gallegos poco acostumbrados a ese clima. La monotonía y aburrimiento cuartelero pronto se vio rota por su envío al frente de Teruel, enero y febrero de 1938. La temperatura cayó a dieciocho grados bajo cero. Llegada la noche del primer día de combate, Pepe se hizo la siguiente reflexión: ¿dónde carallo nos meterán esta noche para dormir?. Al ver que no había ningún cobijo, sino que la habitación estaba formada por la tierra y el cielo, Pepe llegó a la siguiente conclusión: No sé para que nos han traído a esta batalla, con esta temperatura y esta nieve esta noche morimos todos aquí. Con esta certeza se arrebujó en la manta y buenas noches hasta la eternidad. Al cabo de un rato comprobó con asombro que aún estaba vivo, y que la nieve que le cubría le abrigaba y le mantenía caliente. Al bautismo de fuego de Pepe en Teruel - con toma, abandono y vuelta a tomar de la ciudad -, siguieron todas las peripecias de la ofensiva hacia el Mediterráneo , a saber: Alcañiz, Sierra del Maestrazgo, Vinaroz, y posterior bajada hacia Valencia donde las defensas republicanas de Viver frenaron aquella ofensiva que ni infantería, ni artillería ni aviación, ni blindados pudieron desbordar; en el recuerdo de Pepe se trataba de la Sierra del Espadán. Contaba Pepe como tenían que aguantar el chaparrón de la artillería enemiga. Pero no fue la artillería sino la metralla de un bombardeo aéreo lo que hirió a Pepe dejándole por el momento fuera de combate. Siguió naturalmente hospital, recuperación y vuelta de Pepe al cuartel de Santo Cilde en Astorga. Recuperado, se consideró que lo menos que se podía hacer con Pepe era darle un pequeño permiso, pero nuestro héroe pensó a lo gallego en su fuero interno: Ya veremos si pequeño o no tan pequeño permiso. Y hete aquí de nuevo en Lamalonga a Pepe, en dónde decidió tomarse unas vacaciones de un mes, que en absoluto coincidía con el permiso reglamentario de la autoridad militar. Pepe siempre fue muy suyo y tenía una veta anarquista que era perceptible en muchas ocasiones. El caso es que cuado decidió volverse al cuartel, partió muy de mañana de Lamalonga, y al mediodía de ese mismo día llego la guardia civil de A Veiga con una orden de detención. La broma de Pepe en tiempos de guerra se c onsideraba deserción y se castigaba con consejo de guerra sumarísimo seguido de fusilamiento. El caso es que llegó al cuartel en donde fue aposentado rápidamente en el calabozo . De temple difícilmente amedrentable, pensó para sus adentros: En cuanto haya una convocatoria de voluntarios para el frente me alisto y adiós calabozo y adiós cuartel. Por aquella estaba en marcha lo que se dio en llamar batalla del Ebro, la más sangrienta con mucho de todas las batallas de la guerra civil. Estaba entonces destinado en León, con el grado de teniente, un primo de Pepe que le visitaba los domingos en el calabozo y le aconsejaba que estuvier a tranquilo y que no se presentara voluntario a ninguna expedición al frente si quería conservar la vida un periodo razonablemente largo de tiempo. Se quedó en el calabozo, según sus palabras nunca lo pasó mejor en todo el tiempo de guerra que en su estancia allí. Pero lo bueno acaba pronto y de nuevo Pepe aparece en el frente del Ebro. La anécdota más sobresaliente es una famosa travesía del río en barca con unos requetés navarros, que al enterarse - probablemente por el acento - que Pepe era gallego, dedujeron que sería un fenomenal nadador, por lo que ni cortos ni perezosos lo tiraron al agua, hasta que al comprobar que no salía se tuvieron que tirar al agua a rescatarl
Guerra Civil (1)