Biografía
En un ambiente duro, sin confort alguno y bajísimo nivel de vida, desde adolescente Pepe comenzó el aprendizaje de algunos oficios, además claro está del oficio de labrador que aprendían todos los lamalongos: Herrero (con señor Celestino de Prada), carpintero (con el señor Gabino), albañil... En aquella época la vida estaba llena de dureza y privaciones: las casas no tenían agua (llegó en 1965), ni electricidad (llegó en 1960), el único sitio caliente era la cocina, las calles sin asfaltar (se comenzó a asfaltar en los 80), el calzado que se usaba eran las galochas las prendas eran de lino cosechado y elaborado en la propia casa, tampoco había teléfono (se instaló uno público allá por 1977 y para los particulares en 1994), médicos pocos, hospitales lejos (Ourense o Madrid ), pensiones nada, vacaciones desconocidas y los menos afortunados a servir de criados por el puro sustento.
Muy aficionado a la madera, construyó de muy jovencito un sólido banco de trabajo con motivo de un regalo que le hizo la tía Cristina, madre de Rocío, de un enorme roble. En dicho banco trabajó hasta el final de su vida y aún se conserva en su taller. De resultas del aprendizaje de carpintero, resultó un Pepe zapatero que fabricaba fenomenales galochas, reparaba arados, componía mangos de azadas y diversos aperos de labranza.
Posteriormente el señor Gabino y José, hermano mayor de César y primo de Pepe, le animaron a que les acompañara a trabajar de albañil a la Bañeza, primera emigración de Pepe a lo que de manera impropia se denomina en Lamalonga Castilla, y que en realidad son los confines de las muy leonesas tierras del Páramo y la Maragatería. A los emigrantes gallegos les denominaban "andaluces de poniente", a lo que los gallegos respondían llamando "cazurros" a los leoneses.
De aquellas temporadas recuerda una coplilla que los bañezanos destinaban a los gallegos: Los gallegos de Galicia, cuando van de procesión, llevan un gato de virgen y una vieja de pendón". Los gallegos nada conformes con esos desprecios respondían para desconcierto de los bañezanos hablando en barallete, la vieja jerga de los canteros gallegos, que aún se conserva entre los viejos de Lamalonga: "Eiiii carilla, bajines a gandir". No llegó la sangre al río, algunos lamalongos casaron en La Bañeza, Jiménez de Jamuz y otros pueblos cercanos. Trabajó en León capital, ya en épocas de la segunda República, cuando la jornada era seis horas diarias. Allí Pepe empezó a escuchar pasodobles, coplas y algunas canciones del repertorio andaluz e incluso flamenco más popular, de ahí surgió más tarde su afición a los Antonio Molina, Marifé de Triana, Juanito Valderrama,..que ya no le abandonaría. Ya de mayor repetía desafiante y con aplomo: "Cantantes como esos ya no los hay".